El Galacho de Juslibol es el último formado por el Ebro, tras la riada de 1961, la mayor del pasado siglo.
Estas formaciones, patrimonio natural y cultural único en el valle del Ebro, muestran día a día su evolución; la vegetación va apoderándose de la lámina de agua, hasta convertirse en unas décadas en un bosque de ribera.
El ecosistema de ribera tiene una gran capacidad de regeneración, como lo demuestra la evolución de las antiguas graveras, excavadas durante los años 70, que constituyen hoy un lugar de gran calidad paisajística, descanso y refugio de muchas aves en sus pasos migratorios.
El Ebro, a las puertas de Zaragoza, ofrece todavía lugares de gran frondosidad y naturalidad. Su dinamismo lleva consigo un proceso constante de erosión, arrastre y depósito de materiales
Sus aguas siguen alimentando las lagunas y el Galacho. Es el auténtico protagonista de este espacio.
Las aguas del Ebro y sus afluentes, redistribuidas por acequias y canales, crearon en Zaragoza la huerta más extensa de la Península Ibérica. La de Juslibol, regada por la acequia del Rabal, procedente del Gállego, ha perdido extensión y diversidad de cultivos. Es importante mantener e incrementar el potencial productivo, económico, ecológico y paisajístico de esta huerta cercana a la ciudad.
Los sotos del Galacho son auténticas selvas impenetrables y húmedas, pobladas de álamos, chopos, olmos, zarzamoras y rosales silvestres en medio de una gran aridez. Este tipo de formaciones, albergan muchas especies únicas y son corredores biológicos por donde se desplaza la fauna.
En el entorno conviven dos mundos opuestos: la llanura del río, con sus huertas y sotos, y la árida estepa, donde contrastan la aridez frente a la humedad. Espacios abiertos, frente a la frondosidad de los bosques ribereños. Estos dos mundos están separados por el escarpe, atalaya y refugio de aves y otros animales, donde pobladores iberos y medievales nos han dejado la huella de una rica historia (Castillo de Miranda).
El Centro de Visitantes del galacho de Juslibol se ubica en un edificio de nueva construcción que aprovecha el bioclimatismo de su entorno (sol y viento).
De esta forma se ahorra la energía necesaria para calentar o refrigerar y producir la electricidad para los diversos usos.
Dentro del edificio
En el centro se interpretan a través de distintos medios expositivos y audiovisuales las características del Galacho y su entorno. Personal especializado atiende y acompaña a los visitantes al espacio natural para completar la visita.
Recorridos con diferentes paradas con el fin de que los escolares puedan conocerlo mejor.